Por: Gustavo Vélez
La estructura económica de Colombia en las últimas cuatro décadas se ha transformado, pasando de una economía basada en la producción primaria a una economía de servicios y sustentada en la explotación minero-energética y la consolidación del sector financiero; sin embargo, quedó un vacío en el desarrollo y consolidación del sector manufacturero o transformación de la materia prima a bienes de consumo; es decir que el desarrollo de la industria manufacturera en la mayoría de los subsectores sigue siendo precario, el cual también se mide con el comportamiento de las exportaciones, concentradas en los productos primarios sin creación de valor, como son los agropecuarios, y recursos no renovables como son los minerales y el petróleo
De acuerdo con los cálculos de la ANDI, en promedio entre 2010-2019 la industria manufacturera aumentó 1,9 % y entre 2015-2019 1,4 %, mientras el PIB total creció 3,7 % y 2,4 %, respectivamente (El espectador 15/02/2020). Esto evidencia la urgente necesidad de acelerar los esfuerzos que en la última década y en especial en el último lustro se ha venido trabajando entre el Gobierno Nacional y los territorios de la mano con los representantes gremiales del sector privado para crear o habilitar capacidades hacia la diversificación y sofisticación de la canasta de bienes y servicios.
Al revisar el reporte del DANE al cierre de 2019, el 12% de las empresas corresponden al sector industrial, mientras que las empresas del sector servicios y de comercio corresponden al 40% y 48% respectivamente. Ahora bien, el aporte al PIB colombiano por actividad económica, el sector financiero aporta el 20%, mientras que el sector servicios y de comercio aportan el 15,3% y 12% respectivamente; quedando un 8% al sector de la minería y el petróleo y el sector de electricidad y el gas con un 2,6%, por su parte la construcción aporta un 6,9%; el agrícola un 6% y el sector industrial aporta al PIB del país tan solo el 8,3%.
Visto por el lado de las exportaciones, al finalizar el 2019 el DANE reporta que los mercados internaciones destino de las exportaciones del país están concentradas en Estados Unidos 29,17%, Ecuador 4,95%, México 3,57%, Perú 2,90%, Bélgica 1,23%, Alemania 1,2%, Japón 1,18%, Venezuela 0,50%, y un 55,28% distribuido en bajos porcentajes hacia los demás países del resto del mundo. Con excepción del mercado de Venezuela que, ante la crisis política de ese país, se perdió el histórico segundo puesto como mercado de las exportaciones, los demás otros países destino siguen ocupando similares posiciones, por ende, el avance en la diversificación de mercados ha sido muy baja con niveles de venta poco representativos.
A carta blanca, el desarrollo industrial del sector manufacturero en la economía colombiana aún no alcanza o no encuentra las condiciones adecuadas para competir abiertamente en los mercados especializados, que a su vez, cuando se presentan choques económicos en los principales mercados, deja al desnudo lo vulnerable de la base empresarial de la industria nacional para acceder a estos en condiciones de competitividad. Ante esta cruda realidad, la presente situación de pandemia Covid-19 implica desafíos en todo nivel (empresarios, inversionistas y administradores de las políticas públicas), donde se ponen a prueba los instrumentos (oferta de servicios) para amortiguar las necesidades de los sectores productivos que permitan sostener la producción.
Estos desafíos implican para la función pública, el tomar decisiones que lleven a un equilibrio entre optimización de recursos y la cobertura de beneficiarios. La decisión parte de una pregunta básica, ¿a quién se debe priorizar y por qué?, la respuesta corresponde a la línea programática de cada gobernante; sin embargo, lograr la especialización de la canasta de bienes y servicios que puede ofertar un territorio, no debe socavar ni desatender a los subsectores tradicionales de la economía regional – o aquellos que son promisorios -, pero si debe existir un diseño de políticas públicas diferenciadas en sus alcances, logrando que las intervenciones con oferta de servicios y bienes públicos estén claramente direccionados al tipo de sector, es decir, las mismas soluciones no siempre tienen el mismo impacto para diferentes niveles de desarrollo y requerimientos que enfrenta cada sector productivo.
En este sentido, el presente artículo busca resaltar un instrumento de apoyo sectorial que orienta la especialización en grupos de empresas, siendo un mecanismo para sofisticar la oferta de bienes y servicios y diversificar los mercados con una agenda de tecnología e innovación. Esta estrategia ha venido tomando importante auge en todas las regiones del país por la focalización de sus alcances, como lo son, las iniciativas clúster que corresponden a los esfuerzos intencionados para transformar y desarrollar realidades económicas de un territorio, que concentran o aglomeran industrias en diferentes subsectores de la economía con algún tipo de relación, a través de una estrategia planificada entre empresarios, y con participación del sector público y la academia para especializar modelos de negocio en apuestas productivas priorizadas por las regiones.
Al respecto, el Ministerio de comercio, Industria y Turismo a través del Programa iNNpulsa Colombia (entidad del Gobierno Nacional creada en 2012 que apoya y promueve el crecimiento empresarial extraordinario jalonado por la innovación), ha tomado las buenas experiencias de trabajo colectivo en sectores específicos que se han dado en el país (aunque los resultados están influenciados en los ejemplos internacionales y las teorías de competitividad especialmente Porter), como es el buen caso de Medellín en el sector de energía.
Este es un modelo de intervención que busca la especialización de productos y servicios basado en la innovación, donde los empresarios – competidores o no -, configuran una estructura de gobernanza para la planificación y desarrollo de un modelo de negocio orientado a un mercado específico. Como modelo de intervención, aplica metodologías de refuerzo a la competitividad – con empuje en productividad y sofisticación – (ejemplo rutas competitivas), el cual busca en las empresas un posicionamiento en la industria y en el mercado, a través de la redefinición de la estrategia competitiva de largo plazo.
En las regiones, este modelo de trabajo empresarial ha sido eficiente a partir del acompañamiento directo de las agencias de desarrollo empresarial, como son las Cámaras de Comercio, con presencia en todo el territorio nacional, ya que lideran en la mayoría de las ciudades el desarrollo de las iniciativas clúster. Este apoyo se complementa con el acompañamiento institucional que hacen las Comisiones Regionales de Competitividad e Innovación como articuladoras de instancias que promueven el desarrollo de las apuestas productiva en cada departamento. Además, se cuenta con el apoyo de la Red Clúster Colombia, como plataforma articuladora de servicios y conocimientos para este modelo de intervención. Esta Red lleva un registro de iniciativas clúster en el país (se reportan activas aproximadamente 90), y entre ellas se identifican ocho iniciativas en el sector de salud, que a continuación se relacionan por departamento y año de conformación: Clúster Medellín Health City (Antioquia – 2008), Clúster de salud – Caribbean Health Group (Atlántico -2011), Mi destino salud (Norte de Santander – 2013), Excelencia clínica (Valle del Cauca – 2014), Productos y servicios médicos y clínicos (Santander – 2014), Clúster de salud (Bogotá – 2014), Risaralda Comfort Health (Risaralda – 2013), y Quindío Destino Vital (Quindío – 2009).
Este modelo de trabajo es una invitación a los gobiernos territoriales, gremios empresariales, centros de desarrollo empresarial, de investigación, entre otros, a conocer y profundizar en esta estrategia – con validación en la práctica -, a discutir institucionalmente con los empresarios locales vinculados a estos procesos y exhiben las mejores prácticas en sofisticación de productos y consolidación de mercados.
Una rápida conclusión es que, con la actual coyuntura de crisis económica por pandemia, es un factor que hará incrementar la brecha entre los empresarios que son más competitivos con modelos de negocio productivos e innovadores, y los empresarios que presentan mayor vulnerabilidad (baja productividad sin valor agregado en la producción), con riesgo inminente de cesar la capacidad instalada. Para ello, los tomadores de decisión y desarrolladores de las políticas públicas deben considerar referencias como el reseñado ligeramente en el presente artículo, con el fin de identificar una estrategia de intervención sectorial para avanzar y madurar en la creación de capacidades a través del trabajo colectivo con intereses comunes, siendo un puente entre las formas tradicionales de competir y las mejores maneras de consolidarse en los mercados internacionales sin descuidar el mercado nacional. Es decir, una transformación productiva con oficio, focalizado y especialización para buscar un equilibrio en la estructura sectorial del país y mejor participación en el mercado internacional.