Por: Francisco de Paula Sánchez Polanco
La felicidad en el trabajo es uno de los temas más relevante para este siglo XXI, pero
veamos un poco de la contexto actual para entender mejor, durante mucho tiempo los
empresarios han sentido que no son responsables de la felicidad de sus empleados, lo cual
no debería de llevarlos a desatender este tema en particular, pues como lo declaró el Foro
Internacional de Davos, el siglo que estamos transitando se denomina Human Age, en la
que el humanismo en las organizaciones debe llevar a considerar la calidad del trabajo y
su ambiente, por la importancia que ocupa en la vida de los seres humanos y en el uso de
sus fortalezas, en un espacio para ser feliz; pues en ese espacio viviremos fácilmente 30 o
más años.
¿Es posible ser feliz en la vida sin ser feliz en el trabajo?
El concepto desarrollado por Aristóteles de felicidad se relaciona con la satisfacción ante
el trabajo bien hecho, a través del esfuerzo y el uso de nuestras fortalezas y habilidades.
Esta perspectiva la llamo eudaimónica, la cual no se tiene en cuenta en las empresas.
Si no por el contrario las empresas confunden este concepto con la perspectiva hedonista
de la felicidad, referida al bienestar subjetivo de la persona, en búsqueda de placer
permanente, haciéndole el quite máximo a lo que genere dolor físico o emocional.
El concepto hedonista de felicidad lleva a rechazar en los empresarios la consideración
que en el trabajo hay cabida para intentar crear niveles de felicidad. De esta manera
fácilmente consideran que la felicidad de los trabajadores no es una estrategia adecuada
para aumentar los niveles de rendimiento.
Mas allá de los conceptos de la felicidad, lo que se requiere en las empresas y en las
relaciones humanas, es que el humanismo, termino que ha sufrido grandes
transformaciones y sujeto a otras tantas, se lleve a su lugar mas simple, que es ver al otro
sujeto, como un ser igual a uno, con fallas, talentos, limitaciones etc. Igual que yo. En ese
punto podemos dar cabida a la conexión emocional, la empatía y el fluir de las arterias
claves de las organizaciones, para resolver, crecer y lograr el mejor nivel de
competitividad.
En mi experiencia como consultor empresarial, trajinado en ciento de empresas de
diversos sectores y tamaños, puedo decir que este concepto de humanismo que planteo,
simple, no insulso, por el contrario, poderoso, es el que genera cohesión de equipo,
trabajo colaborativo, posibilidad de co-creación, todos elementos que sostenibilidad para
las empresas.
Vivimos en una tendencia de sociedades igualitarias y esto es incluye a las empresas,
donde no cabe los discursos agresivos, autoritarios e irrespetuosos, solo existe la
posibilidad de un trato igualitario, un solo principio la dignidad.
Desde este sentido, hay que plantear que lograr equipos en un estado de felicidad,
entendida desde la eudaimónica que plantea Aristóteles, en el trabajo, inicia con una
tarea nada fácil que es considerar el Yo conmigo, por parte del líder, donde es importante
trabajar a partir del autoconocimiento y la autogestión como aspectos fundamentales de
la inteligencia emocional, que impactan nuestro nivel de liderazgo en una gran
proporción. El liderazgo ha cambiado con los grandes cambios que vive la humanidad en
las últimas décadas, lamentablemente el reto no se ha asumido en la mayoría de los
líderes de las empresas. Pasamos del paradigma “Ver para creer” al de “Creer para ver”.
Ahora frente a este tema tan espinoso en las empresas cabe la pregunta, ¿esto es
compatible con la competitividad?, yo creo que ser competitivos, es decir sostenibles en el
tiempo es necesario para cualquier empresa, acá es importante entender que esto
depende al final de la sociedad, pues ella decide que exista una empresa, y para lograr
esto requerimos que el clientes nos valore, nos compre, nos defienda y recomiende, para
esto requerimos crear valor para el cliente. Lo cual requiere que nuestro sistema de
producción del producto o servicio se haga con eficacia, rentablemente y sostenible en el
tiempo. En ultimas lograrlo en tiempos actuales necesita un equipo conectado
emocionalmente con la empresa y el producto, motivado, equipos que vean un propósito
y una transcendencia en su labor. Que haya una comunión entre lo que quiere alcanzar
cada empleado con el propósito de la empresa y una sociedad que vea una contribución
de la empresa para con la sociedad, y en este proceso el humanismo entendido con la
simpleza, pero profundidad acá planteado es la clave, que junto a la estrategia
empresarial logre la sostenibilidad.
No tengo duda que, a partir de las experiencias vividas en las empresas en esta adversidad
global, entraran de lleno a nuevas dinámicas, donde se comprende que la satisfacción de
nuestros colaboradores con su trabajo es vital y que esta es encendida por acciones
autenticas del liderazgo con enfoque humanista, que genera confianza, lealtad,
contribución y realización personal y colectiva. Se comprenderá que procurar la felicidad
de los trabajadores en las empresas no es algo de moda, es una mega tendencia que
marca la transformación al nuevo sistema donde se le da luz a un siamés que junta lo
humano con lo técnico.
El primer paso para que la felicidad en las empresas deje de ser una caja de pandora es
considerar que la comunicación gritando o insultando debe eliminarse, pues es
comunicación violenta, estilo muy común en el liderazgo tradicional en nuestras culturas.
Hablar desde la critica y el enfado a los empleados ya no es la opción en las empresas. Por
el contrario, hablar de los que nos pasa, sentimos, que no nos gusta, por qué nos disgusta
algo y de cuales son nuestras necesidades, desde un estilo asertivo, generara una
comunicación conectiva, que vincula nuestras necesidades con las del otro. Esto abre las
posibilidades al humanismo empresarial.
La nueva era, que emerge en la década de los años 60 del siglo pasado, como un
movimiento espiritual, claramente significo un despertar en todas las dimensiones de la
vida, y ha llevado en los últimos 50 años el ser humano ha asistir a los mas grandes y
rápidos cambios en la historia de la humanidad, y esto ha generado desasosiego las
personas al tratar de adaptarse al nuevo mundo, le lleva al Ser esencial a un callejón sin
salida. Y acá es donde las empresas deben actuar para lograr que este Ser realmente se
conecte con su trabajo, encuentre valía en lo que hace y se goce este espacio en el que va
a vivir por décadas, que es el trabajo.
En ultimas el gran desafío de la empresa es ser capaz de construir una visión que
convoque a sus equipos, una misión que transcienda en la sociedad por el valor que
entrega y un acuerdo de valores que cohesione y de origen a una cultura organizacional
capaz de enfrentar los desafíos en la travesía de la competitividad.
El entendimiento de los líderes empresariales deberá amalgamar más antes que tarde, la
racionalidad estratégica con el sentido humano de las organizaciones. Trabajadores
felices, llevan a la innovación natural, a la creación de ventajas competitivas, a la
excelencia operacional, a la contribución a una la sociedad sana y todo esto desemboca en
países más fortalecidos. Es una cadena de bienestar para todos, una empresa no gana si
todos no ganamos.